lunes, 10 de septiembre de 2018

JOVENES DE DÉCIMO AÑO

BUEN DÍA JÓVENES
este trabajo lo revisaré a partir del día miércoles 11 de septiembre
DE LA SIGUIENTE LECTURA EXTRAIGA 5  IDEAS PRINCIPALES

ORALIDAD Y ESCRITURA EN EL AULA
POR Rubiela Aguirre de Ramírez

El aprendizaje del lenguaje es uno de los de mayor importancia en el ser humano porque permite aprehender el mundo de manera comprensiva. Pero existen distintas teorías sobre la forma como aprendemos a hablar y ellas a su vez influyen sobre la manera como enseñamos a aprender. Así pues, los modos como enseñamos el lenguaje guardan relación con el concepto que se tenga de éste, de cómo se aprende a reconocer y a categorizar el mundo físico, social y cultural y de la manera como influye en el desarrollo individual.
El término oralidad puede prestarse a malos entendidos pues aunque su significado se refiere a lo que se habla, también tiene otro significado cuando se entiende la oralidad como todo lo que se comunica, sea o no verbalmente, en tanto no está escrito. Hasta hace muy poco tiempo, las culturas que no
producían textos basados en el alfabeto eran consideradas ágrafas, Albert Lord empleó ese término para caracterizar a las sociedades que no empleaban escritura y así se sigue usando. Pero gracias a las investigaciones recientes hoy se acepta que la cultura escrita y la oralidad se interpretan y depende una de otra y en vez de ser opuestas se consideren como diferentes formas de experiencia lingüística. De ahí que es fundamental, evitar considerar la relación oral-escrito como una relación de derivación según la cual lo escrito sería solamente la representación de lo oral, y por lo tanto es erróneo hacer pasar a los niños por la progresión de aprender primero la operaciones a nivel oral y luego a nivel escrito (Segmentación, buena pronunciación) para luego pensar en decir o comunicarlo algo.
El propósito de este trabajo es presentar algunas consideraciones sobre el uso del lenguaje en el aula y mostrar alternativas que permitan trascender la comunicación cara a cara y la elaboración de oraciones como parte habitual de la enseñanza de la lengua.
Desde pequeños aprendemos la lengua oral de nuestros padres y de nuestro pueblo, porque nos damos cuenta que la lengua es un instrumento eficaz para satisfacer nuestras necesidades. Estar inmerso en la cultura oral permite que el hablante asocie el habla a un contexto espacio- temporal
concreto, a un interlocutor presente, a la actividad cotidiana; pero ese uso informal y espontáneo de la lengua oral se hace insuficiente para participar en diversas situaciones comunicativas, por lo cual se requiere ampliar el repertorio verbal según las exigencias de la conversación, las necesidades que van
surgiendo de acuerdo con la edad y la posibilidad de aprender y seguir.
EL AGUILA QUE SE CREIA POLLO

Cuentan que hace mucho tiempo, un águila, sobrevolando un corral de gallinas, se le desprendió un huevo.
Con tan buena fortuna que, al caer, el huevo no se rompió. Pasada un tiempo, un diminuto pico empezó a resquebrajar el huevo desde dentro: primero fué el pico, luego las garras, hasta que al final consiguió sacar todo el cuerpo. La pequeña cria de águila se crió junto con los polluelos de las gallinas. Sin embargo los otros pollos se mofaban de él por ser diferente, llegando a picotearle con frecuencia.
Un buen día, un águila sobrevoló  el corral y vió cómo hasta los polluelos más pequeños se mofaban de la cria de águila. Al verlo, el águila se paró y le preguntó al aguilucho: “¿Por qué te comportas como un pollo si puede saberse?” El aguilucho le respondió: “soy un pollo”. “No”, le contestó tajante el águila. “Eres un águila. Y tienes un pico formidable, unas garras Poderosas y la capacidad de volar como una de las mejores aves”. “¡Vuela!”, le ordenó el águila. “¿Cómo voy a hacerlo si no puedo hacerlo?”, le contestó el aguilucho. “¡Te digo que vueles!”, le respondió el águila cada vez más enfadada de ver la actitud del aguilucho. Y así el aguilucho aleteó un poco sin prácticamente poder remontar el vuelo. “¿Ves?”, le dijo el aguilucho. “No puedo volar”. Así que el águila cogió a la pequeña cría y lo llevó hasta la cima de una colina. Una vez allí, lo empujó al vacío y el aguilucho desesperado empezó a batir las alas tratando de volar, hasta que empezó a darse cuenta que podía hacerlo y además de forma excepcional

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